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El Segundo Libro de Dios

La Naturaleza


Descubrir lo maravilloso

Desde el momento en que el bebé descubre por primera vez sus propias manos, la vida se presenta llena de los encantos del descubrimiento.

Cuando el Conquistador llega por primera vez al lugar de reuniones va impulsado por la curiosidad. Lleva el propósito de descubrir muchas cosas... las actividades del club, los miembros del mismo, los dirigentes, etc.

¡Qué muchacho no levantará la mano en respuesta a la pregunta del director!: "¿Cuántos quieren explorar la Cueva del Hombre Muerto?" o ¿Cuántos desean observar las hormigas en sus actividades? Sobre los dirigentes pesa la gran responsabilidad de orientar a los menores en su deseo de explorar y descubrir lo desconocido. Ellos deben crear situaciones favorables pare despertar la curiosidad en las mentes de los niños, pero al mismo tiem-po, deben orientar hacia el bien el espíritu aventurero de los menores para evitar que ellos dirijan sus inclinaciones hacia campos poco beneficiosos.

El Conquistador que va por primera vez a la playa con el fin de recoger caracoles quedará impresionado al notar que los demás miembros del club conocen los nombres de los Peces, caracoles y otros elementos marinos. "Ese es un erizo, ésta es una margarita de mar, aquel otro es un abrojín. Aquí hay una estrella de mar y más allá un bigarro." Y así se desarrollará en el niño el deseo de aprender los nombres de los peces para poder reconocerlos. La curiosidad lo llevará a explorar un nuevo campo en la naturaleza. Pronto estará encantado con el mundo marino y deseo de ampliar sus conocimientos cada día.

Muchos de los escritos de la Sra. Elena de White fueron dedicados a enseñarnos los beneficios del estudio de la naturaleza. A continuación presentamos lo que ella ha escrito al respecto:

"La ciencia natural es un tesoro de conocimiento del cual puede valerse todo estudiante de la escuela de Cristo." (Palabras de vida del gran Maestro, pág. 114).

"La naturaleza hace oír su voz en lecciones de sabiduría celestial y verdad eterna." (Ibid., Pág. 9l).

"Hasta donde sea posible, colóquese al niño, desde su más tierna edad, en situación tal que se abra ante él este maravilloso libro de texto. Contemple él las gloriosas escenas pintadas por el gran Artista maestro en las telas variables de los cielos; familiarícese con las maravillas de la tierra y el mar, observe los misterios revelados por las diversas estaciones y apren-da del Creador en todas sus obras. (La Educación, pág. 96, 97).

"El libro de la naturaleza es un gran libro de texto, que debemos usar conjuntamente con las Escrituras para enseñar a los demás acerca del carácter de Dios, y para guiar a las ovejas perdidas de vuelta al aprisco del Señor. (Palabras de vida del Maestro, pág. 15).

"Las bellezas de la naturaleza tienen una lengua que habla incesantemente a nuestros sentidos. El corazón abierto puede ser impresionado por el amor y la gloria de Dios, según se notan en las obras de sus manos. El oído atento puede oír y comprender las comunicaciones de Dios mediante las obras de la naturaleza" (Testimonios Selectos, tomo 2, pág. 155).

"Mientras contemplemos la hermosura y grandiosidad de la naturaleza, nuestros afectos se elevarán a Dios." (El Deseado de todas las gentes, pág. 51).

"Por el libro de la inspiración y el de la naturaleza hemos de obtener un conocimiento de Dios." (Patriarcas y profetas, pág. 647).

"Permitid que las mentes infantiles se relacionen con Dios en las hermosas escenas de la naturaleza... Al contemplar las bellezas que El ha creado para la felicidad del hombre, serán inducidos a considerarlo un Padre tierno y amante." (Testimonios Selectos, tomo 2, pág. 583, 584).

"Toda religión verdadera se halla en su Palabra y en la naturaleza" (Consejos para los maestros, pág. 348).

"Debería animarse a los niños a buscar en la naturaleza los objetos que ilustran las enseñanzas bíblicas y rastrear en la Biblia los símiles sacados de la naturaleza. Debería buscar, tanto en la naturaleza como en la Sagrada Escritura, todos los objetos que representan a Cristo, como también los que empleó para ilustrar la verdad. Así pueden aprender a verle en el árbol y en la vid, en el lirio y en la rosa, en el sol y en las estrellas. Pueden aprender a oír su voz en el canto de los pájaros, en el murmullo de los ár-boles, en el ruido del trueno y en la música del mar. Y cada objeto de la naturaleza les repetirá las preciosas lecciones del Creador". (Conducción del Niño, pág. 45).

"Todos pueden encontrar temas de estudio en la sencilla hoja de los árbo-les del bosque, en el pasto que cubre la tierra con su terciopelada alfombra verde, en las plantas y las flores, en los altos árboles del bosque, en las elevadas montañas, en las rocas graníticas, en el océano inquieto, en las preciosas gemas de luz que tachonan los cielos para tornar hermosa la noche, en las inagotables riquezas de la luz solar, en las solemnes glorias de la luna, en el frío del invierno, en el calor del verano, en las estaciones cambiantes, en el perfecto orden y la armonía regidos por el poder infinito; aquí hay temas que demandan el pensamiento profundo, y la expansión de la imaginación" (Ibid., Pág. 47, 48).

"Apartado (Cristo) de los caminos profanos del mundo, adquiría conocimien-to científico de la naturaleza. Estudiaba la vida de las plantas, los anima-les y los hombres. Desde sus más tiernos años, fue dominado por un propósito: vivió para beneficiar a otros. Para ello, hallaba recursos en la naturaleza; al estudiar la vida de las plantas y de los animales concebía nuevas ideas de los medios y modos de realizarlo..." (Ibid., Pág. 49).

"Cuando nos acercamos íntimamente al corazón de la naturaleza, Cristo ha-ce que su presencia sea real para nosotros, y habla a nuestros corazones de su paz y amor." (Palabras de vida del gran maestro, pág. 16).

"En su enseñanza basada en la naturaleza. Cristo hablaba de las cosas que sus prpias manos habían creado y que tenán cualidades y poderes que él mismo le había impartido. En su perfección original, todas las cosas Creadas eran expresión del pensamiento de Dios... La tierra se halla actualmente desfigurada y profanada por el pecado. Sin embargo, aun en este estado de marchitez, permanece mucho de lo que es hermoso. Las lecciones objetivas de Dios no se han borrado; correctamente entendida la naturaleza habla de su Creador" (Palabras de vida del Gran Maestro, págs. 9,10)

"Jesús arrancó un hermoso lirio y lo colocó en manos de los niños y los jóvenes; y al observar ellos el propio rostro juvenil del Salvador, radiante con la luz del sol de la faz de su Padre, expresó la lección: 'Considerad los lirios del campo, cómo crecen, no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos'. Entonces siguió la dulce seguridad y la importante lección: 'Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?"' (ibid., pág 10)

"En el sermón del monte estas palabras fueron habladas a otros, además de los niños y los jóvenes. Fueron dirigidas a la multitud, en la cual se hallaban hombres y mujeres llenos de congojas y perplejidades, apenados por las desilusiones y el dolor. Jesús continuó: 'No os afanéis, pues, diciendo: ¿qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas'. Entonces extendió sus manos hacia la multitud que lo rodeaba, y dijo: 'Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas"' (ibid., pág. 11)

"De esta manera, mediante la creación, hemos de familiarizarnos con el Creador. EL libro de la naturaleza es un gran libro de texto, que debemos usar conjuntamente con las Escrituras para enseñar a los demás acerca del carácter de Dios y para guiar a las ovejas perdidas de vuelta al aprisco del Señor. Mientras se estudian las obras de Dios, el Espíritu Santo imparte convicción a la mente... y a menos que la mente haya llegado a estar demasiado oscurecida para conocer a Dios, la vista demasiado anublada para verlo, el oído demasiado embotado para oír su voz, se percibe un significado más profundo, y las sublimes verdades espirituales de la Palabra escrita quedan impresas en el corazón" (ibid., pág. 14)

 

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